Pocos negocios son tan sensibles como el que promueve la industria de alimentos. La oferta de productos perecibles lo hace un segmento en el cual particularmente hay que extremar medidas sanitarias. Un descuido puede provocar graves daños en la imagen comercial que difícilmente podrá ser recuperada y, de lograrlo, costará mucho esfuerzo por parte del recurso humano e inversiones constantes.

La construcción del prestigio es un proceso lento y se desarrolla con el transcurso de varios años, la destrucción del mismo puede tardar el tiempo que lleva servir un plato.
Son conocidos casos de franquicias internacionales que han tambaleado por el descuido de un solo empleado. ‘La primera impresión es la que cuenta’. El manejo de la apariencia debe ser la mejor de acuerdo con las áreas de trabajo y ser instauradas como una política empresarial a través de un reglamento interno.

Si nuestro negocio es pequeño y no amerita la creación de este MANUAL, se deberán cumplir normas establecidas como los usos de trajes, calzado, cabello, uñas. Hay que considerar que la apariencia por sí sola no es suficiente, es necesario acompañarla con buenos modales y trato amable al cliente. La limpieza del LOCAL debe ser esmerada y hasta obsesiva.

Algunos restaurantes optan por exponer su cocina a los comensales. Esto es por el hecho de que están seguros que sus normas de higiene les generan un valor agregado: platillos trabajados a la vista. Los criterios de elección por un restaurante no se reducen al menú, hay factores que influyen como la organización, presentación, infraestructura y, por supuesto, la higiene.